En el texto de la Fundación CONIN de Chile explico con más profundidad, la misión y los objetivos de la misma. En cambio en este intentaré explicar las diferencias entre los centros que conocí en Argentina y en Chile.
El Centro Pedro de Valdivia en Santiago de Chile, es un centro de tratamiento para la desnutrición infantil. La mayor diferencia con otros centros de CONIN, radica en que en éste las madres no acompañan a sus hijos en el proceso de internación. Los niños viven en habitaciones casi individuales. En cada uno de estos dormitorios les acompaña una enfermera.
En este centro santiagueño el voluntariado es muy numeroso y activo. Las Damas de lila, presididas por María Inés Nogueira se dedican a recolectar fondos y a conseguir ropa que además reparan. Tuve la suerte de cooperar por un mes en el Pedro de Valdivia y de disfrutar de la compañía de unos maravillosos niños como Carola, Juanito, Javiera, Bryan, Panchita, Fabián, Martín, Jeyson, Cristóbal, entre otros.
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En Mendoza conocí los centros del Plumerillo y de Santa Teresa de Calcuta. El primero es más un centro de prevención sin dejar de ser un centro de recuperación nutricional. Cuenta con numerosos servicios como: el nutricional, el de pediatría, el psicopedagógico, el de fonoaudiología, el de alfabetización, etc. En él se imparten programas enfocados a la educación y la salud como: el de planificación familiar, de asesoramiento legal, de lactancia materna, de educación de la salud, etc.
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Tuve la suerte de colaborar por dos meses, en el centro de Santa Teresa de Calcuta de Mendoza. Guardo un maravilloso recuerdo de Flor, Walter, Maxi, Nahuel, Kevin, Sheila, Marcelo, Priscila, Javier, Franco, Diego, Santi, Nicolás y otros niños.
En este centro de atención y recuperación integral de los niños desnutridos, se acoge a las madres en el proceso de internamiento de sus hijos. Ya que consideran que el afecto y la estimulación de las madres es una parte muy importante para quebrar la desnutrición de sus hijos. Tiene muchos de los servicios y programas del Plumerillo.
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También quiero recordar a Sole la nutricionista, a Bea la psicopedagoga, a las doctoras Mariana y Gabriela, a la “enfermera mayor” Silvia, a la fonoaudióloga Vero, a las cuidadoras Carmen y Nancy, a la cocinera Fabiana y a todo el personal. Fue un periodo muy bonito de mi vida y quiero agradecérselo.
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